La riqueza de la zona y la estratégica situación de la ciudad, junto al río Guadalimar, permitió a Cástulo establecer relaciones comerciales con las grandes civilizaciones del Mediterráneo.

En la etapa del Bronce Final, Cástulo se convirtió en receptor primario de los intereses mineros griegos y fenicios en el Alto Guadalquivir, así como en un centro avanzado en la periferia de la cultura tartésica. La llegada de griegos y fenicios dio paso a una nueva etapa determinada por la influencia de éstos sobre la cultura autóctona. Este período queda patente principalmente por los restos que se han hallado en la ladera sureste de la meseta, junto al río Guadalimar. Allí se encuentra el poblado de la Muela, fechado en torno al siglo VIII a.C., zona en la que se conservan restos de un templo o palacio aristocrático fenicio que evidencia la complejidad social del momento y sus relaciones comerciales con el ámbito Mediterráneo.

En este momento la ciudad comenzó a destacar por ser un importante núcleo de población relacionado con actividades ganaderas, agrícolas y mineras, explotaciones que marcaron la evolución e importancia de la ciudad.

Esfinge del túmulo de los Higuerones (s. VII a.C.)

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