

Esta necrópolis es una de las más importantes de la ciudad, y cuenta con una extensión de 50.000 metros cuadrados que han sido utilizados con un propósito sagrado, al menos desde el siglo IV a.C. al VI d.C.
Está situada frente a la muralla norte de Cástulo, y cualquier persona que accediera a la ciudad desde esta zona tendría que atravesarla y contemplar las diferentes tumbas y monumentos erigidos en honor de los antepasados de sus ciudadanos.
Junto a la puerta de entrada al yacimiento arqueológico encontramos los restos de dos tumbas de planta cuadrada, separadas físicamente por escasos centímetros, aunque temporalmente por 8 siglos de historia y transformaciones en el lugar. Se trata de una tumba ibérica fechada en el siglo IV a.C. y otra tumba cristiana fechada en torno a los siglos V-VI d.C.

Tumbas cristiana (izquierda) e ibérica (derecha).

Ésta es una tumba de incineración de planta cuadrada (2 x 2 metros), de la que se conservan varias hiladas de sillares de piedra arenisca, que podrían indicar un aspecto de pirámide escalonada. En el centro de la tumba se encontraba el ajuar, destacando la presencia de una lujosa crátera de figuras rojas importada desde la antigua Grecia y otros objetos que permiten fecharla en el siglo IV a.C.
En una de sus caras se reproduce una escena de grifomaquia en la que destacan dos grifos rampantes luchando contra los Arimaspos, y en la otra encontramos una escena de palestra, en la que se representan jóvenes vestidos con himatión.
La crátera, que contenía en su interior los restos incinerados de una persona, se encontraba junto a una urna, un plato de cerámica, una pequeña copa de cerámica y pequeños elementos personales relacionados con la vida de esta persona, como una sortija y varias fusayolas, que permiten pensar en la relación de ésta con la industria textil del momento. Estas piezas fueron depositadas en ese mismo lugar hace más de 2.300 años, y actualmente puedes contemplarlas en el Museo Arqueológico de Linares, donde se exhibe el ajuar completo de la tumba.

Reconstrucción de la escena representada en la crátera.

Junto a la tumba de época ibérica se localiza otra tumba muy posterior, fechada en torno a los siglos IV-V d.C.
En este caso se trata de un panteón, una tumba en la que se documentaron los restos de una mujer, un hombre y un niño, a pesar de haber sido expoliada siglos atrás. En ella destaca la existencia de dos sillares con inscripciones pertenecientes a lápidas de dos tumbas romanas anteriores, reutilizados en varias ocasiones hasta terminar formando parte de esta estructura.
Cuando se construyó esta estructura funeraria, aún serían reconocibles los restos de la tumba ibérica, ochos siglos más antigua, que fue respetada.


Tumbas cristiana (izquierda) e ibérica (derecha).

Ésta es una tumba de incineración de planta cuadrada (2 x 2 metros), de la que se conservan varias hiladas de sillares de piedra arenisca, que podrían indicar un aspecto de pirámide escalonada. En el centro de la tumba se encontraba el ajuar, destacando la presencia de una lujosa crátera de figuras rojas importada desde la antigua Grecia y otros objetos que permiten fecharla en el siglo IV a.C.
En una de sus caras se reproduce una escena de grifomaquia en la que destacan dos grifos rampantes luchando contra los Arimaspos, y en la otra encontramos una escena de palestra, en la que representan jóvenes vestidos con himatión

La crátera, que contenía en su interior los restos incinerados de una persona, se encontraba junto a una urna, un plato de cerámica, una pequeña copa de cerámica y pequeños elementos personales relacionados con la vida de esta persona, como una sortija y varias fusayolas, que permiten pensar en la relación de ésta con la industria textil del momento. Estas piezas fueron depositadas en ese mismo lugar hace más de 2.300 años, y actualmente puedes contemplarlas en el Museo Arqueológico de Linares, donde se exhibe el ajuar completo de la tumba.
Reconstrucción de la tumba y ajuar.

Junto a la tumba de época ibérica se localiza otra tumba muy posterior, fechada en torno a los siglos IV-V d.C.
En este caso se trata de un panteón, una tumba en la que se documentaron los restos de una mujer, un hombre y un niño, a pesar de haber sido expoliada siglos atrás. En ella destaca la existencia de dos sillares con inscripciones pertenecientes lápidas de dos tumbas romanas anteriores, reutilizados en varias ocasiones hasta terminar formando parte de esta estructura.
Cuando se construyó esta estructura funeraria, aún serían reconocibles los restos de la tumba ibérica, ochos siglos más antigua, que fue respetada.

Tumba cristiana