El Museo Arqueológico de Linares, Monográfico de Cástulo, protege en sus fondos una extensa colección de materiales arqueológicos procedentes de la antigua ciudad y su territorio. En su recorrido por los diferentes espacios podrás disfrutar de una visita que te guiará por la historia de Cástulo, y te mostrará elementos monumentales, sagrados y cotidianos, que te acercarán al trabajo, las costumbres, las creencias y al día a día de nuestros antepasados.

El recorrido comprende diferentes espacios, que se distribuyen a lo largo de tres plantas del edificio.

Los orígenes de Cástulo ocupan de un amplio periodo de tiempo, cuando todavía no se ha emplazado una población estable en el sitio histórico de Cástulo. Este espacio presenta distintos elementos, pertenecientes a la Prehistoria con los que se refleja un modo de vida de nuestros antepasados. En este espacio está presente el Poblado de la Muela, correspondiente a la ocupación de los siglos IX-VII a.C. y que, por tanto, constituye el antecedente inmediato del oppidum íbero-romano, tanto en el tiempo como en su posición territorial.

Del templo de la Muela, junto al río Guadalimar, procede una curiosa olla, fabricada con una cerámica basta y oscura, pero pareciendo un recipiente metálico (tiene filas de picos que simulan remaches y una peana cuadrada). Está fechada en el siglo VII a.C., y evidencia los contactos en esa época de Cástulo con tartessios y fenicios. Desde la prehistoria, la conexión con el Mediterráneo oriental se establece a través del río Guadalimar. No resulta extraña esa olla en una cocina del santuario de la Muela, que justamente está presidiendo desde la orilla, el puerto en el río.

El segundo espacio diferenciado lo encontramos en el patio del edificio, donde adquieren relevancia la arquitectura y la escultura, recogiendo un conjunto de elementos que contrastan los rasgos peculiares de las expresiones plásticas ibérica y romana, destacando la escultura del león íbero-romano del monumento de la Muralla Norte. Aquí también podemos conocer aspectos del ambiente ecológico pasado y actual del entorno de Cástulo, subrayando la conexión del mismo con los demás bienes patrimoniales.

En noviembre de 2013, con motivo de unas excavaciones arqueológicas y obras de acondicionamiento, se descubría un león en la muralla norte de Cástulo. La escultura, realizada sobre un bloque de piedra arenisca de casi una tonelada de peso, muestra a un león rugiente, echado sobre sus garras entre las que encontramos una figura humana. Permaneció durante siglos guardando una puerta de un monumento integrado en la muralla, al exterior de la ciudad.

Este monumento estuvo situado en el lugar más alto de la muralla de Cástulo. Se había elegido un lugar prominente desde el cual, sería visto a larga distancia por quienes se acercaran a la ciudad.

En el tercer espacio podemos recorrer el ambiente de una necrópolis ibérica imaginaria, sugerido por la lectura reciente de las investigaciones más actuales realizadas sobre este tipo de lugares y, más concretamente, de la de Estacar de Robarinas, donde se observa la organización jerárquica de los espacios funerarios ibéricos. Las vitrinas agrupan los materiales recuperados en una o varias tumbas intentando reproducir su disposición original, y se distribuyen en torno al ajuar de Los Higuerones, que parece estar indicando la presencia de una tumba principesca, donde destaca la presencia de la Esfinge.

Estos elementos de bronce son artefactos destinados al uso ritual en ceremonias. El Thymiaterium era empleado para quemar incienso y sustancias olorosas, por lo que cuentan con una cazoleta en la que depositar las brasas y las sustancias aromáticas. Junto a esta pieza procedente del Túmulo de los Higuerones de Cástulo se documentó un fragmento de la tapadera, calada mediante triángulos para permitir la salida del humo y un toro, que funcionaría como asa de ésta que, al estar hueco, permitía también la salida del humo por su boca. Además del toro, esta pieza cuenta con decoración zoomorfa en el borde de la cazoleta con la representación de dos ciervas y una leona, y una flor de loto invertida en el vástago.

Este elemento formaba parte de un conjunto ritual, junto a la esfinge alada documentada en el mismo túmulo, y que funcionaría como asa de la caja destinada a almacenar el incienso.

En la segunda planta del edificio se encuentran situadas las salas 4 y 5. La sala 4 recibe el nombre genérico de El Municipio Romano. Se ocupa del periodo comprendido entre el cambio de era y finales del siglo II d.C. La organización de esta sala se ha realizado siguiendo un estrecho paralelismo con los lugares que reconoceríamos si nos acercáramos a la ciudad romana de Cástulo. En primer lugar, se presentan las necrópolis íbero-romanas situadas extramuros de la ciudad. Esta situación al comienzo de la sala, inmediatamente después de Las Necrópolis Ibéricas, permite traer a la memoria del espectador las formas del ritual de enterramiento que se presentaban en la sala precedente y plantea la pervivencia de la cultura ibérica en una etapa respecto a la que se viene sosteniendo que la cultura romana está plenamente consolidada. Seguidamente, se introducen algunos elementos característicos de los espacios públicos de la ciudad romana, para pasar después al ámbito privado, y finalmente, los espacios del trabajo, ordenados de acuerdo con su proximidad al núcleo urbano, desde los situados en la misma ciudad y su entorno, como el comercio o la alfarería, hasta los más lejanos, como la agricultura o la minería.

Este pico es una pieza con una tipología típica para el trabajo en las minas, descubierto junto otras muchas piezas en una galería abierta en época romana en el Pozo Mirador de El Centenillo, donde también se encontró un tornillo de Arquímedes, hoy perdido, y que muestra la importancia que tuvo la explotación de las minas en la zona minera de Cástulo en época romana, como también se refleja en las fuentes literarias.

Cástulo entre la antigüedad y la conquista castellana, comprende un largo período de tiempo, insuficientemente conocido en Cástulo, donde se encuentra un conjunto de materiales heterogéneos, ordenados en un sentido cronológico ascendente y sin ninguna referencia a su contexto funcional.

Monedas de plata cuadradas como este dirham fueron acuñadas por primera vez en el Occidente islámico por los emires almohades, un imperio que se extendió por el Norte de África y al-Andalus entre el 1121 y el 1269. En el anverso y en el reverso podemos encontrar en grafía cursiva la shahada o profesión de fe islámica, la declaración de fe en un único Dios (Allāh) de acuerdo a la fe islámica y las enseñanzas de Mahoma, indicando también el nombre del imán almohade Al Mahdi. En este caso la moneda carece de ceca.

Este espacio queda apartado del discurso general por su localización en el edificio, en concreto en el sótano. En ella se presentan un grupo de inscripciones romanas, tanto civiles como funerarias, de gran interés por la gran cantidad de datos que muestra de la población de Cástulo.

Hacia el año 130 d.C. se dispuso en algún sitio público de la ciudad de Cástulo, para el general conocimiento de sus habitantes, una pesada basa de mármol sobre la que se realizó una inscripción en letras capitales, conteniendo la portada de una ley del emperador Adriano sobre asuntos del olivar y el aceite de oliva.

El Estado romano reguló la producción de aceite, porque era un producto de primera necesidad para el ejército y la ciudad de Roma. El olivar tuvo importancia en Cástulo, su economía no dependió sólo de las minas de Sierra Morena.

En la inscripción se puede leer RESCRIPTVM SACRVM DE RE OLEARIA (Rescripto sagrado sobre cuestiones olivareras.)

El itinerario por el museo termina en la primera planta, en la sala de exposiciones donde se ubica de forma provisional una de las piezas más relevantes de la colección, la Patena de Cristo en Majestad.

La patena, junto al cáliz, eran los utensilios esenciales para la celebración del banquete ceremonial cristiano, la Eucaristía. Esta fue desde un principio su función litúrgica: recibir el pan consagrado para distribuirlo entre los fieles. La patena de Cástulo, de 22 cm de diámetro y aproximadamente 4 cm de altura, presenta un estado de conservación excepcional, conservándose el 81% de la pieza. Está realizada en vidrio de tonalidad verdosa con decoración mediante la técnica del esgrafiado, y es una de las manifestaciones de iconografía cristiana sobre este soporte más antiguas y mejor conservadas de la Península Ibérica.

La composición muestra a tres personajes con aureola, destacando en el centro la figura de Cristo en Majestad, flanqueado por dos Apóstoles, probablemente Pedro y Pablo. La escena se desarrolla en el orbe celeste, enmarcada entre dos palmeras, que representan la inmortalidad.

La figura de Cristo, imberbe y con el cabello rizado al estilo alejandrino, se completa con algunos de los atributos propios: la cruz gemada en una mano, símbolo de la resurrección, y las Sagradas Escrituras en la otra. Además, a su lado se dispone el anagrama de Cristo, el crismón, elemento que enfatiza la realeza y divinidad. Las figuras laterales portan en sus manos un rollo o rotulus legis. Las investigaciones realizadas partir del hallazgo de esta pieza confirman que su origen estuvo en uno de los talleres de artesanía de vidrio más importantes de Roma.

El Museo Arqueológico de Linares, Monográfico de Cástulo, protege en sus fondos una extensa colección de materiales arqueológicos procedentes de la antigua ciudad y su territorio. En su recorrido por los diferentes espacios podrás disfrutar de una visita que te guiará por la historia de Cástulo, y te mostrará elementos monumentales, sagrados y cotidianos, que te acercarán al trabajo, las costumbre, las creencias y al día a día de nuestros antepasados.

El recorrido comprende diferentes espacios, que se distribuyen a lo largo de tres plantas del edificio.

Los orígenes de Cástulo ocupan de un amplio periodo de tiempo, cuando todavía no se ha emplazado una población estable en el sitio histórico de Cástulo. Este espacio presenta distintos elementos, pertenecientes a la Prehistoria con los que se refleja un modo de vida de nuestros antepasados. En este espacio está presente el Poblado de la Muela, correspondiente a la ocupación de los siglos IX-VII a.C. y que, por tanto, constituye el antecedente inmediato del oppidum íbero-romano, tanto en el tiempo como en su posición territorial.

Del templo de la Muela, junto al río Guadalimar, procede una curiosa olla, fabricada con una cerámica basta y oscura, pero pareciendo un recipiente metálico (tiene filas de picos que simulan remaches y una peana cuadrada). Está fechada en el siglo VII a.C., y evidencia los contactos en esa época de Cástulo con tartessios y fenicios. Desde la prehistoria, la conexión con el Mediterráneo oriental se establece a través del río Guadalimar. No resulta extraña esa olla en una cocina del santuario de la Muela, que justamente está presidiendo desde la orilla, el puerto en el río.

El segundo espacio diferenciado lo encontramos en el patio del edificio, donde adquieren relevancia la arquitectura y la escultura, recogiendo un conjunto de elementos que contrastan los rasgos peculiares de las expresiones plásticas ibérica y romana, destacando la escultura del león íbero-romano del monumento de la Muralla Norte. Aquí también podemos conocer aspectos del ambiente ecológico pasado y actual del entorno de Cástulo, subrayando la conexión del mismo con los demás bienes patrimoniales.

En noviembre de 2013, con motivo de unas excavaciones arqueológicas y obras de acondicionamiento, se descubría un león en la muralla norte de Cástulo. La escultura, realizada sobre un bloque de piedra arenisca de casi una tonelada de peso, muestra a un león rugiente, echado sobre sus garras entre las que encontramos una figura humana. Permaneció durante siglos guardando una puerta de un monumento integrado en la muralla, al exterior de la ciudad. Este monumento estuvo situado en el lugar más alto de la muralla de Cástulo. Se había elegido un lugar prominente desde el cual, sería visto a larga distancia por quienes se acercaran a la ciudad.

En el tercer espacio podemos recorrer el ambiente de una necrópolis ibérica imaginaria, sugerido por la lectura reciente de las investigaciones más actuales realizadas sobre este tipo de lugares y, más concretamente, de la de Estacar de Robarinas, donde se observa la organización jerárquica de los espacios funerarios ibéricos. Las vitrinas agrupan los materiales recuperados en una o varias tumbas intentando reproducir su disposición original, y se distribuyen en torno al ajuar de Los Higuerones, que parece estar indicando la presencia de una tumba principesca, donde destaca la presencia de la Esfinge.

Estos elementos de bronce son artefactos destinados al uso ritual en ceremonias. El Thymiaterium era empleado para quemar incienso y sustancias olorosas, por lo que cuentan con una cazoleta en la que depositar las brasas y las sustancias aromáticas. Junto a esta pieza procedente del Túmulo de los Higuerones de Cástulo se documentó un fragmento de la tapadera, calada mediante triángulos para permitir la salida del humo y un toro, que funcionaría como asa de ésta que, al estar hueco, permitía también la salida del humo por su boca. Además del toro, esta pieza cuenta con decoración zoomorfa en el borde de la cazoleta con la representación de dos ciervas y una leona, y una flor de loto invertida en el vástago.

Este elemento formaba parte de un conjunto ritual, junto a la esfinge alada documentada en el mismo túmulo, y que funcionaría como asa de la caja destinada a almacenar el incienso.

En la segunda planta del edificio se encuentran situadas las salas 4 y 5. La sala 4 recibe el nombre genérico de El Municipio Romano. Se ocupa del periodo comprendido entre el cambio de era y finales del siglo II d.C. La organización de esta sala se ha realizado siguiendo un estrecho paralelismo con los lugares que reconoceríamos si nos acercáramos a la ciudad romana de Cástulo. En primer lugar, se presentan las necrópolis íbero-romanas situadas extramuros de la ciudad. Esta situación al comienzo de la sala, inmediatamente después de Las Necrópolis Ibéricas, permite traer a la memoria del espectador las formas del ritual de enterramiento que se presentaban en la sala precedente y plantea la pervivencia de la cultura ibérica en una etapa respecto a la que se viene sosteniendo que la cultura romana está plenamente consolidada. Seguidamente, se introducen algunos elementos característicos de los espacios públicos de la ciudad romana, para pasar después al ámbito privado, y finalmente, los espacios del trabajo, ordenados de acuerdo con su proximidad al núcleo urbano, desde los situados en la misma ciudad y su entorno, como el comercio o la alfarería, hasta los más lejanos, como la agricultura o la minería.

Este pico es una pieza con una tipología típica para el trabajo en las minas, descubierto junto otras muchas piezas en una galería abierta en época romana en el Pozo Mirador de El Centenillo, donde también se encontró un tornillo de Arquímedes, hoy perdido, y que muestra la importancia que tuvo la explotación de las minas en la zona minera de Cástulo en época romana, como también se refleja en las fuentes literarias.

Cástulo entre la antigüedad y la conquista castellana, comprende un largo período de tiempo, insuficientemente conocido en Cástulo, donde se encuentra un conjunto de materiales heterogéneos, ordenados en un sentido cronológico ascendente y sin ninguna referencia a su contexto funcional.

Monedas de plata cuadradas como este dirham fueron acuñadas por primera vez en el Occidente islámico por los emires almohades, un imperio que se extendió por el Norte de África y al-Andalus entre el 1121 y el 1269. En el anverso y en el reverso podemos encontrar en grafía cursiva la shahada o profesión de fe islámica, la declaración de fe en un único Dios (Allāh) de acuerdo a la fe islámica y las enseñanzas de Mahoma, indicando también el nombre del imán almohade Al Mahdi. En este caso la moneda carece de ceca.

Este espacio queda apartado del discurso general por su localización en el edificio, en concreto en el sótano. En ella se presentan un grupo de inscripciones romanas, tanto civiles como funerarias, de gran interés por la gran cantidad de datos que muestra de la población de Cástulo.

Hacia el año 130 d.C. se dispuso en algún sitio público de la ciudad de Cástulo, para el general conocimiento de sus habitantes, una pesada basa de mármol sobre la que se realizó una inscripción en letras capitales, conteniendo la portada de una ley del emperador Adriano sobre asuntos del olivar y el aceite de oliva.

El Estado romano reguló la producción de aceite, porque era un producto de primera necesidad para el ejército y la ciudad de Roma. El olivar tuvo importancia en Cástulo, su economía no dependió sólo de las minas de Sierra Morena.

En la inscripción se puede leer RESCRIPTVM SACRVM DE RE OLEARIA (Rescripto sagrado sobre cuestiones olivareras.)

Espacio 7. El itinerario por el museo termina en la primera planta, en la sala de exposiciones donde se ubica de forma provisional una de las piezas más relevantes de la colección, la Patena de Cristo en Majestad.

La patena, junto al cáliz, eran los utensilios esenciales para la celebración del banquete ceremonial cristiano, la Eucaristía. Esta fue desde un principio su función litúrgica: recibir el pan consagrado para distribuirlo entre los fieles. La patena de Cástulo, de 22 cm de diámetro y aproximadamente 4 cm de altura, presenta un estado de conservación excepcional, conservándose el 81% de la pieza. Está realizada en vidrio de tonalidad verdosa con decoración mediante la técnica del esgrafiado, y es una de las manifestaciones de iconografía cristiana sobre este soporte más antiguas y mejor conservadas de la Península Ibérica.

La composición muestra a tres personajes con aureola, destacando en el centro la figura de Cristo en Majestad, flanqueado por dos Apóstoles, probablemente Pedro y Pablo. La escena se desarrolla en el orbe celeste, enmarcada entre dos palmeras, que representan la inmortalidad.

La figura de Cristo, imberbe y con el cabello rizado al estilo alejandrino, se completa con algunos de los atributos propios: la cruz gemada en una mano, símbolo de la resurrección, y las Sagradas Escrituras en la otra. Además, a su lado se dispone el anagrama de Cristo, el crismón, elemento que enfatiza la realeza y divinidad. Las figuras laterales portan en sus manos un rollo o rotulus legis. Las investigaciones realizadas partir del hallazgo de esta pieza confirman que su origen estuvo en uno de los talleres de artesanía de vidrio más importantes de Roma.

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